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Una sonrisa se dibujó en su rostro delatando el hedonismo con que miraba a través de la ventana. Los fogonazos rojos y azules revelaban cuadro a cuadro como la manoseaban buscando. No estaba armada…, ya no…, la esposaron y a empujones la metieron en el auto, el estridente sonido se fue alejando igual que los destellos hasta perderse en la negra noche. Maquinando y sin dejar de sonreír recogió el cuchillo y lo metió en el cajón, dándoun profundo suspiro de vida, abrió el refrigerador, tomo una cerveza que tenía escondida y se echo en el sofá frente al televisor …hacia años que no disfrutaba de aquella paz… sin amenazas… sin gritos…solo con el aparato por el resto de la noche. Mañana, cuando tenga que buscarla será otra historia…