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miércoles, 26 de enero de 2011

Ella...

Otra vez te vi, manejaba yo distraídamente cuando apareciste con tu gran camioneta justo delante de mí, no reparé en tu compañía, solo te vi a ti, con tus lentes oscuros, mirando por el retrovisor muy de vez en cuando. ¿Me verías? No, no creo. Soy yo quien reconoce tu automóvil a kilómetros de distancia, soy yo el que se desvela y sueña contigo, soy yo el que tiembla cada vez que te tiene cerca, el que no logra articular más que un “hola” cuando tiene oportunidad de hablar…

¿Porque será? Cuando creo haberte perdido en la indiferencia de mis sentimientos, cuando me resigno a que nunca te fijarás en mi, apareces otra vez, y el solo hecho de verte, radiante, jovial, sonriente, subleva mi interior, y hace trepidar mi cuerpo como cuando tenía quince, renaciendo esta ilusa utopía de amor que solo existe en mi.

¿Será simple casualidad o un cruel destino que me mantiene en este limbo, por no tener el valor de concluirlo con una afrenta que me de la respuesta certera del fin?