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jueves, 10 de febrero de 2011

RETO DE ISABEL (terminar la minificción "El Hombre y las Sirenas")

Eduardo vivía en un pueblo pequeño a orillas del Mediterráneo, sólo él, muy ermitaño y como tal misterioso para toda la gente que lo conocía. Lo que más llamaba la atención eran sus constantes viajes hacia una pequeña isla cerca del pueblo. Para llegar allí siempre contrataba el mismo barco pesquero, llevado por el mismo hombre y siempre le decía lo mismo "tú sabes que pago bien, a callar con lo que ves y lo que escuchas".
Cuando volvían, cada uno se iba por diferentes caminos. La casa de Eduardo estaba situada en el lugar más distante del pueblo. Al llegar se sentaba en su sillón preferido, sacaba un grabador minúsculo y escuchaba durante horas absorto, los mensajes recogidos.

Alguna vez en el bar del pueblo se le escucho murmurar a su copa…”pronto será el día… pronto, muy pronto….!! Y con esto se habían elucubrado las más asombrosas inferencias sobre sus misteriosos viajes.

Se hablaba de luces multicolores que resplandecían desde la isla, de la desorientación de las brújulas en la zona, de barcos piratas hundidos en el siglo pasado, del miedo de los pescadores a acercarse por allí…y Eduardo, más allá de todo, al escuchar estos rumores, solo atinaba a dibujar una mueca que emulaba una sonrisa…

Por otra parte, las mujeres del pueblo en edad de merecer, tomadas de los brazos, se paseaban frente a su casa mirando de reojillo mientras se susurraban sus fantasías más recónditas sobre aquel apaciguado y solitario hombre.

Isabel, para la cual alguna vez Eduardo tuvo ojos, en un arrebato de celos había dispersado en el pueblo la fantasía de que fue seducido por una sirena… y nunca más volvió a fijarse en nadie…

Fue el 14 de agosto de 1986. Ese jueves de límpido cielo azul, una gran nube blanca de forma extraña se poso cerca del pueblo durante gran parte de la tarde, muchos dicen que sobre la isla, y luego de extraños sonidos y sicodélicas luces que resplandecían dentro de ella, se alejó como volando hacia el horizonte. Esa mañana, Eduardo fue dejado en la isla, ... nunca más se le volvió a ver.

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